Demostrado que un día puede cambiar en dos segundos. Bueno, puede hacerlo en uno.
Por lo general, y no exagero, según me levante a las siete de la mañana y me sienta así me va el día. El otro día me sentía The Who, hacía ya tiempo desde la última vez. Será porque son muy shining sun.
El caso es que en cinco días he pasado de día The Band a día The Who a día Dylan a día The Who a día Dylan a día McCartney. McCartney, el equilibrio, la expansión.
Me es sumamente complicado escribir acerca de Él, me supone un reto directamente proporcional a su grandeza y a el significado que tiene en mi vida. Las ecuaciones no engañan, no lo digo yo, es ciencia.
En fin, que aprovecho que vengo de estar inesperadamente de cervezas (me he bebido pocas pero dado que casi siempre soy una chica sana me afectan un poquitín) para tener la osadía de escribir este post. Pero ahora llego ahí, porque ya sé lo que pensáis, ¿qué hace esta niña en casi finales tomándose una cerveza? Uy! qué inapropiado!
Mi vida como la de la mayoría se rige por una bendita y cansina rutina, me levanto a las siete de la mañana, recojo lo que haya por medio, desayuno, me preparo, hago tiempo para un poco de digestión y me voy al gimnasio a que Esther (sí, también mi compañera de Bruce) me destroce. Lo normal y habitual es que después de eso me duche y me vaya directa a clase dónde posiblemente sin más remedio me pase el resto del día a base de escuadra, cartabón y letras griegas.
También es lo normal que por muy agobiada que esté con temas de la facultad (o vete a saber) me lo guarde todo para mí, y también es lo normal que ella, Esther, que puede ser una de las personas que mejor me conoce me mire y detecte lo que se me está pasando por la cabeza. No soy una persona dócil, pero cuando lo necesito me dejo llevar. Me ha llevado de ruta campestre y después unas cervezas fresquitas. Me ha devuelto el equilibrio, me siento McCartney, me siento con ganas, siento mi cabezonería en todo mi esplendor. Tanto que lo necesitaba contar, le voy a hacer a mi profesor de física el lunes la ponencia más espectacular vista en la UGR, le voy a hacer un Red Rose Speedeway.
Y oye! eso es tirar muy alto. Me parece uno de los mejores discos de la historia de la música, espíritu rock&roll embotellado en esa elegancia y sello de profundidad en que, digámoslo claro, es indiscutible líder. Además Los Wings le siguen de cerca esperando a que él marque el ritmo secundado por su querida y esplendida Linda, qué guapa, qué maravillosa.
Son todas canciones himnos que nos transportan a un mundo corriente aunque mejor, donde los sentimientos dirigidos por la positividad se llevan la medalla de oro sin atravesar la barrera de una utopía que se escape a nuestro control. Un disco para el equilibrio, la verdad y todos los placeres mundanos que nos da la vida.
He tenido situaciones en que he pensado "mira que si ahora sonase Get On The Rigth Thing, sería la leche". Me sonrío a mí misma. Y en lo complicado, así de sencilla soy, con pensar cosas así se me pasan hasta los enfados.
Y así múltiples situaciones, os podría contar bastantes y lo haré, menos en las que suena en mi cabeza My Love y me viene una imagen de mí misma como si me estuviera viendo desde una azotea y ni siquiera sé por qué tengo que tener brazos ya que no sé ni dónde ponerlos, eso me lo guardo.